Esta es la versión extensa de mi columna del 03 de octubre de 2013, publicada en "Catalejo" del periódico El Colombia.
Por Santiago Silva Jaramillo
Desde hace algunas semanas, se
transmite por los canales regionales de Antioquia y algunas emisoras de radio
del departamento la campaña de medios “Transparencia y autocontrol” autorizada
por la Secretaría de Evaluación y Control de la Alcaldía de Medellín.
El video, que muchos conocimos
por su difusión en redes sociales, y que pueden verlo en este enlace http://goo.gl/vN8bpw, muestra a varios funcionarios cantando y
bailando al son de una pegajosa canción sobre la importancia de la
“transparencia y el autocontrol” en la gestión pública.
En respuesta a un derecho de
petición presentado el pasado 2 de septiembre (Número de radicado 201300443495),
la Alcaldía me informa que la producción de la cuña de la campaña tuvo un costo
de $1.724.192 pesos y los espacios en medios, de $107.024.671 pesos a la fecha.
Aunque la cantidad de dinero
utilizado pueda palidecer ante otras inversiones del municipio, resulta un
completo exceso respecto a lo que pretende y puede lograr. Incluso en la
concepción más inocente de la apuesta por la prevención pedagógica, ni ese
video, ni esa canción suponen un compromiso serio por incentivar mejores
prácticas en los funcionarios y la administración pública.
La única manera en la que el
video podría resultar disuasivo para que los funcionarios no violaran sus
deberes posicionales sería bajo la amenaza de aparecer bailando en una segunda
versión.
Pero esta despreocupación por contar
con un esfuerzo serio y comprometido por la transparencia pública resulta
todavía más preocupante si revisamos los datos de percepción y confianza de las
autoridades locales de Medellín.
En efecto, según Medellín Cómo
Vamos, la percepción positiva de la Alcaldía, que en 2008 se encontraba en el
76%, en 2012 fue del 23%. Una reducción preocupante, pero no la única. De
acuerdo a la Encuesta de Cultura Ciudadana, en 2011 solo el 15% de las personas
confiaban en los funcionarios públicos y apenas el 13% en los políticos.
Peor aún, la percepción de
corrupción de los medellinenses también ha declinado en los últimos años: el
77% de los encuestados consideraban que “más de la mitad de los funcionario
públicos son corruptos” y el 55% que “más de la mitad de los ciudadanos son
corruptos” en el año 2009. Esas percepciones se han incrementado al 81% y 67%
respectivamente, en 2011, de acuerdo a la Encuesta de Cultura Ciudadana.
De la confianza que las personas
tienen en sus instituciones y en sus funcionarios públicos depende en gran
medida la efectividad y aceptación de las políticas públicas, del ejercicio del
gobierno.
La transparencia debería ser un
objetivo social serio y exigir un compromiso real e irrestricto por parte de
las autoridades locales. Esta apuesta –tan difícil de apoyar por la mayoría de
políticos- pierde fuerza cuando se toma con irresponsabilidad, entre bailes,
canciones y millones de pesos desperdiciados en pauta publicitaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario