jueves, 28 de febrero de 2013

EL PODER DEL MIEDO - El Colombiano

EL PODER DEL MIEDO - El Colombiano

No puede ser que miles de personas vivan sitiadas por el crimen en Medellín; que el derecho básico a moverse, pero más importante aún, que el poder tomar decisiones sin temer consecuencias arbitrarias, sean violentados con impunidad, es inaceptable.

lunes, 25 de febrero de 2013

Imperio Apático

Imperio Apático

Los últimos meses han estado llenos de señales de una probable “retirada” de Estados Unidos de los asuntos mundiales; la crisis económica, el final de la misión en Afganistán, las guerras en Libia, Siria y Malí, la eventual autosuficiencia energética y el más reciente discursos al Estado de la Unión del presidente Obama llevan a pensar que el tradicional aislacionismo estadounidense puede estar de regreso. Pero a diferencia de lo que muchos podrían querer pensar, un mundo sin la participación activa de Estados Unidos sería menos seguro, menos próspero y menos estable.

viernes, 22 de febrero de 2013

Fijarse en el suelo (versión extensa)


Esta es la versión extensa de mi columna publicada en el periódico El Colombiano el jueves 21 de febrero de 2013.

Por Santiago Silva Jaramillo (@santiagosilvaj)

Las Farc continúan sembrando de minas el campo colombiano, pero en los cínicos objetivos de negociación de la agenda de La Habana no existe la más mínima mención a la enorme labor de desminado o la atención a las miles de víctimas que implicará un pos conflicto.

En 2011, 538 personas fueron víctimas de minas anti persona en Colombia. Somos los terceros en el mundo, después de Afganistán y Pakistán.

Colombia tiene, según el “Monitor de Minas Terrestres y Munición de Racimo”, entre 10 y 100 kilómetros cuadrados de su territorio sembrado de minas anti persona. La organización internacional señala a las Farc como el principal grupo armado en la utilización de estos instrumentos y de artefactos explosivos improvisados. De hecho, su informe anual de 2012 los llama “el grupo rebelde más prolífico en el uso de minas anti persona en el mundo”; otro de esos deshonrosos honores que sigue acumulando la guerrilla y su viejo accionar criminal.

De igual manera, el horrendo y extensivo uso por parte las Farc de minas anti persona nos ha logrado clasificar para hacer parte del club de países con más de cinco mil víctimas; de nuevo, compartimos podio con Afganistán, Irán y Somalia. Las cicatrices de esta silenciosa y en ocasiones ignorada tragedia, serán muy difíciles de sanar; sobre todo con unos victiminarios que ante las acusaciones solo se encogen de hombros.

Pero el tamaño de este problema parece no haber sido suficiente para el Gobierno Nacional; en efecto, la atención a las victimas y el desminado no se incluyeron en los temas a discutir dentro de la agenda de negociación en La Habana.

En este sentido, el pasado siete de febrero el Secretario de Gobierno de Antioquia, Santiago Londoño, hizo un llamado al Gobierno y a las Farc para que discutan el tema, dada la crítica situación del Departamento, en dónde 98 de los 125 municipios tienen presencia de minas anti persona o artefactos explosivos improvisados. En efecto, según el funcionario, Antioquia aporta el 22% de las víctimas de minas anti persona del país, pues desde 1990, unas 2.263 personas han sido heridas o muertas por estos artefactos.

Al utilizar con tan irresponsable y criminal intensidad un artilugio de muerte tan injusto e indiscriminado como las minas anti persona, las Farc han adquirido una enorme deuda con el país, una que solo en una ínfima pero importante parte pueden pagar si ayudan a las labores de desminado; si nos pueden señalar los campos de muerte que ellos mismos sembraron. Sería apenas sensato esperar que el Gobierno, en alguno de raros intervalos de coraje, exija esto como parte de los acuerdos finales del agridulce proceso de La Habana.

jueves, 21 de febrero de 2013

FIJARSE EN EL SUELO - El Colombiano

FIJARSE EN EL SUELO - El Colombiano

Las Farc continúan sembrando de minas el campo colombiano, pero en los cínicos objetivos de negociación de la agenda de La Habana no existe la más mínima mención a la enorme labor de desminado o la atención a las miles de víctimas.

viernes, 15 de febrero de 2013

Disparos en la oscuridad (versión extensa)

Esta es la versión extensa de mi columna publicada en el periódico El Colombiano el 14 de febrero de 2013.


Por Santiago Silva Jaramillo

Estudios recientes en algunas ciudades de Estados Unidos han demostrado que, en el mejor de los casos, no estamos muy seguros de qué políticas son más efectivas para combatir el crimen y la violencia urbana. Esta es una conclusión frustrante para países como Colombia y ciudades como Medellín, que enfrentan enormes desafíos en términos de seguridad.

“El Alcalde tiene la culpa”, se oye en una conversación casual de cafetería, “la Policía no hace suficiente”, sentencia un segundo comensal. Son declaraciones bien conocidas, incluso compartidas por la mayoría de los ciudadanos de Medellín. La inseguridad es uno de nuestros peores problemas públicos; una carga enorme que hemos tenido que llevar a cuestas por demasiado tiempo y que aunque en ocasiones se haga más ligera, nunca nos abandona del todo.

Por eso es entendible la frustración ciudadana cuando los resultados no parecen ajustarse a los enormes esfuerzos y cuando las políticas de las autoridades locales y nacionales parecen palidecer ante el firme accionar de los grupos delincuenciales.

Según los hallazgos de la investigación conducida por el sociólogo de la Universidad de Nueva York, David Greenberg, la reducción histórica del crimen en su ciudad no se dio por publicitadas estrategias policiales como “ventanas rotas”, los sistemas de mapeo o el aumento de las cámaras de seguridad.

De hecho, Greenberg reconoce que las mejorías en seguridad de la mayoría de las ciudades estadounidenses es inexplicable; en tanto establecer una relación causa-efecto entre políticas y estrategias de policía y la reducción del crimen en los últimos veinte años no ha sido posible.

Algo similar sucedió en Medellín entre 2003 y 2007, cuando la ciudad alcanzó la tasa de homicidios más baja de sus últimos 20 años. Las políticas del gobierno nacional y del local seguro ayudaron, pero la dramática caída en la violencia de la ciudad tuvo mucho más que ver con las mismas dinámicas de los grupos criminales que con las acciones estatales. En efecto, en muchas ocasiones, los indicadores criminales se mueven por una lógica que supera la intervención del Estado.

Esto no quiere decir, ni mucho menos, que dejemos de exigir resultados de las autoridades, pero sobretodo, que éstas dejen de intentar nuevas aproximaciones e insistir en las que ya se están aplicando. En esencia, la lección principal de estos estudios es que la seguridad es un asunto tan complejo que solo bajo la influencia de políticas constantes e innovadoras se pueden alcanzar mejorías notables en el tiempo. Incluso, si no estamos del todo seguros cuál ha sido la más efectiva.

Porque en el tema de la seguridad no importa si cada política es como un disparo en la oscuridad; hay que seguir intentando, pues nunca se sabe cuál dará en el blanco.

jueves, 14 de febrero de 2013

DISPAROS EN LA OSCURIDAD - El Colombiano

DISPAROS EN LA OSCURIDAD - El Colombiano

Estudios recientes en algunas ciudades de Estados Unidos han demostrado que, en el mejor de los casos, no estamos muy seguros de qué políticas son más efectivas para combatir el crimen y la violencia urbana. Esta es una conclusión frustrante para países como Colombia y ciudades como Medellín, que enfrentan enormes desafíos en términos de seguridad.

martes, 12 de febrero de 2013

Detente (RealpolitikMundial)

Detente

El gobierno norcoreano confirmó este 11 de febrero que había realizado con éxito la tercera prueba nuclear de su historia. En un paraje del noreste del país, detonó un artefacto nuclear de unos diez mil kilotones, ante las protestas y el rechazo internacional. Estados Unidos, Corea del Sur y Japón calificaron el hecho de “provocación”, mientras que China, el único aliado que le queda al régimen norcoreano, se unió al rechazo, llamando la prueba como una acción contraproducente para la paz en la península coreana.
...

viernes, 8 de febrero de 2013

Levantarse de la mesa (versión extensa)


Por Santiago Silva Jaramillo

El escepticismo ha definido la actitud general de la mayoría de los colombianos respecto a las negociaciones que el gobierno nacional adelanta con las Farc en La Habana. En efecto, aunque algunas encuestas han mostrado un apoyo importante al proceso, al preguntar por la confianza en el éxito del mismo o los resultados esperados, los ciudadanos son bastante pesimistas.

Pero esto no es una sorpresa; la larga historia de desengaños alrededor de las negociaciones con las guerrillas bien explica nuestras reservas. Peor aun, nuestro escepticismo no ha sido defraudado; la manera cómo se ha dirigido este último intento nos ha recordado por qué no creíamos en él en primer lugar.

Sin embargo, todo lo empeora la actitud complaciente del gobierno (con excepciones notables, como las recientes declaraciones de Humberto de la Calle) respecto al secuestro de dos policías por parte de las Farc y la violación de su propia tregua unilateral en diciembre y enero. En el primer caso, la guerrilla había declarado que dejaba atrás el secuestro para cumplir una de las supuestas condiciones que Santos había puesto al inicio de los diálogos. No lo cumplieron entonces, pues las denuncias de secuestrados anónimas superan los cientos, ni ahora, con su supuesto y cínico “derecho a retener policías y militares”.

En el segundo caso, el gobierno exculpó con un descaro pasmoso el incumplimiento de la tregua autoimpuesta; al sostener el ya tristemente célebre: “las Farc cumplieron”, incluso cuando cometieron en ese mes casi cincuenta acciones armadas.

Lo que el gobierno no ha planteado con claridad, y que resulta fundamental para los colombianos e incluso para las Farc, es el límite luego del cual se levantaría de la mesa. De hecho, la ausencia de fundamentales claros ha permitido que la guerrilla continúe sus actividades criminales con tranquilidad mientras sus negociadores ganan tiempo y obtienen prerrogativas en Cuba.

Lo preocupante es que estas acciones siguen “midiendo el aceite” al gobierno, mientras éste no parece tener claro cuál es su punto de quiebre.

El problema es que luego de dos años de un gobierno con resultados mediocres, el presidente Santos le ha apostado todas sus fichas por una reelección al desarrollo del proceso con las Farc. En esencia, esto supone entregarle un enorme poder político a Iván Márquez y los negociadores del grupo guerrillero. Ellos, que son de todo menos tontos, saben muy bien la cómoda situación en la que se encuentran y las acciones de los últimos días demuestran que harán todo lo que puedan para sacarle el mayor provecho.

Y los colombianos seguimos preguntándonos, ¿hasta dónde aguantará el gobierno?

Entretanto: esta semana Catalejo cumple un año de estarse publicando en el periódico El Colombiano. Este no ha sido ni es un esfuerzo individual; se nutre de los comentarios, reclamos, concejos, regaños e interés de muchas personas a las que solo puedo ofrecer este tímido agradecimiento.

jueves, 7 de febrero de 2013

LEVANTARSE DE LA MESA - El Colombiano

LEVANTARSE DE LA MESA - El Colombiano

El escepticismo ha definido la actitud general de la mayoría de los colombianos respecto a las negociaciones que el Gobierno Nacional adelanta con las Farc en La Habana. En efecto, aunque algunas encuestas han mostrado un apoyo importante al proceso, al preguntar por la confianza en el éxito del mismo o los resultados esperados, los ciudadanos son bastante pesimistas.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Un año después


Por Santiago Silva Jaramillo

Esta semana, Catalejo, mi columna de opinión en el periódico El Colombiano, cumple un año de estarse publicando. Y sería injusto de mi parte no dar algunos agradecimientos y recordar un par de anécdotas alrededor de este asunto.

Lo primero, agradecer. Empecé a escribir textos de opinión porque mi hermano, que tiene la capacidad de persuasión de todo buen paisa, me convenció que un politólogo con pretensiones de escritor tenía que hacerlo. En EAFIT, el profesor Adolfo Eslava fue el primero en publicar mis torpes intentos de columnas en el blog del pregrado en Ciencias Políticas. Esta primera experiencia me ayudó enormemente para lo que vendría, particularmente porque mis compañeros politólogos siguen siendo, de lejos, los comentaristas más rigurosos que he tenido.

Poco después, empecé a publicar mi propio blog, RealpolitikMundial. La idea era analizar temas de política internacional, aunque en ocasiones me permitía dar algunas opiniones personales. El blog ha sido un ejercicio fundamental; me ha enseñado disciplina y responsabilidad con lo que escribo y publico. El blog sobrevive ahora más por nostalgia que cualquier otra cosa; se me ha convertido en el amuleto de la buena suerte. (A propósito, esta semana, el blog también tiene su fecha especial, en efecto, acumuló las 50.000 visitas).

A comienzos de 2011, por insistencia de María Juliana Rey (la justicia es dar a cada quién lo que se merece, sin importar las circunstancias del momento, y yo sería injusto si no le agradeciera a ella por años de apoyo incondicional, su compañía fue clave para la publicación de esta columna durante mucho tiempo), envié mi primera columna, “Hedor a Jazmín”, a El Colombiano.

De esta manera me uní al grupo de “Jóvenes pioneros”, que publicaban esporádicamente en el periódico. Pocas veces releí tanto una columna o tuve tanta ansiedad al enviarla; sin embargo,  la respuesta que obtuve fue muy gratificante y me permitió seguir enviado textos. Lo asumí como un reto, el editor de la sección de opinión del periódico, Luis Fernando Ospina, me sugirió que escribiera una columna semanal, aunque no podía garantizar que en el reducido espacio, todas se publicaran a tiempo.

La persistencia y paciencia pagó sus frutos y un año después, en la nueva edición del periódico luego de la conmemoración de 100 años de publicación, nació Catalejo. La primera columna hablaba sobre la debilidad estructural de las Farc que demostraba una reciente ola terrorista, “Una muestra de debilidad”, se titulaba.

Uno de los primeros retos a los que me enfrenté fue el asunto del tono. En efecto, asumí que mi columna debería tener una voz particular, fuera por los temas que trataba o la estructura en que la presentaba. Mi primera gran lección vino cuando me tropecé con una realidad algo desalentadora: a veces no podemos ser quienes queremos ser, nos toca ser quienes podemos ser. Lo digo porque mi ideal de columnista (los textos que realmente disfruto leyendo) es Juan Esteban Constain de El Tiempo, pero yo nunca pude lograr la combinación de ingenio y conocimiento que hacen de sus columnas probablemente las mejores actualmente en Colombia.

Me contenté entonces con el papel de analista político; en principio con aspiraciones a observar mayormente las relaciones internacionales, pero cayendo inevitablemente en el sucio, pero tentador pantano de la realidad política nacional.

Ahora bien, Catalejo no ha sido ni es, de lejos, un esfuerzo individual; se nutre de los comentarios, reclamos, concejos, regaños e interés de muchas personas a las que solo puedo ofrecer este tímido agradecimiento.

En primer lugar, mis “editores”. En efecto, desde que empecé a escribir columnas de opinión, mis papás, mi hermano, y mi tío Jairo Quiróz, han representado el mejor de los paneles de edición de los que podría desear. Tanto ellos, que son los habituales y juiciosos, como muchas otras personas que han ojeado mis columnas antes que sean publicadas y han evitado que cometa errores,  e incluso un par de injusticias.

Aunque suene a discurso de reina, todo lo hago por los lectores. Tengo algunos que siguen la columna con juicio y tienen comentarios valiosos y críticas agudas; ellos son el principal incentivo en este oficio de cada semana. También me han tocado los famosos trolls, pero confieso que a diferencia del desprecio que algunos columnistas les tienen, para mi hacen que todo esto sea mucho más divertido.

A algunos los recuerdo muy bien, como cuando recibí en mi correo personal un mensaje de una lectora sobre una columna que había escrito del terremoto en Japón y la importancia de prevenir el riesgo. Ella, luego de hacer algunas anotaciones del tipo "es un tema muy importante" y "no recibe la atención que se merece", me decía: "ya que usted considera el riesgo como un asunto fundamental y le preocupa las dificultades del futuro, me permito ofrecerle el siguiente paquete de seguros...". 

Respecto a los comentarios, han variado desde la intervención divina:

Hasta lo simplemente inexplicable:


Y he sido victima de lo que solo puedo explicar como lo que hacen Hugo Chávez y Nicolás Maduro en su tiempo libre:


Y finalmente, está este maestro, el mejor comentario que me han hecho, un insulto y elogio a partes iguales:

Si, cargo ese título con orgullo, “moralista del siglo XXI”.

Muchas gracias a los que leen, comentan y comparten. A los que me han ayudado en algún punto y a los que lo siguen haciendo; espero, y en esto pongo todo mi empeño cada semana, cumplir sus expectativas y no defraudar su confianza.

Un saludo