viernes, 30 de agosto de 2013

De cómo Juan Manuel Santos perdió su reelección (Versión extensa)

Esta es la versión extensa de mi columna del 29 de agosto de 2013 en Catalejo del periódico El Colombiano.

Por Santiago Silva Jaramillo

Santos perdió su reelección en el Catatumbo, los paros y el descontento social que se esparció a nivel nacional por las protestas en Norte de Santander no solo golpearán a Colombia, han sentenciado la posibilidad del presidente de lograr otros cuatro años en el poder.

Y es que en pleno paro nacional es difícil recordar que fueron los campesinos del Catatumbo los primeros en salir a protestar (en ese caso, por la no muy santa oposición a las fumigaciones de cultivos ilícitos). El Gobierno nacional se demoró en reconocer la magnitud de la manifestación y su tardía respuesta de zanahoria y garrota –Angelino Garzón y SMAD – no funcionó.

Las protestas escalaron, sustentadas en reclamaciones válidas e intereses particulares y azuzadas por líderes de sectores, opositores al gobierno e incluso uno que otro guerrillero.

Al desconocer la existencia misma del paro de agricultores, Santos deja claro que el abandono del agro seguirá; lo que no se reconoce se olvida. Fue una manera torpe de intentar quitarle importancia al asunto, dar parte de supuesta tranquilidad y mostrarse competente al mismo tiempo, pero como le suele pasar al presidente cuando intenta hacer moñonas, terminó solo desordenando la mesa.

Aunque no hay soluciones fáciles, ni fórmulas claras, reprimir y negar la existencia del paro no ha hecho sino empeorar la situación. Lo más preocupante de las recientes noticias en Colombia es que el pesimismo vuelve a rondar a los colombianos.

Más allá de la encarnizada pelea entre “santistas” y “uribistas” sobre cuál de sus jefes tiene un proyecto de país mejor, estoy convencido que el expresidente Uribe no es el único que puede salvarnos de nosotros mismos; es más, creo que hasta él sabe que no es infalible ni irremplazable. Pero si percibo el regreso de algo que creíamos superado: la vieja costumbre colombiana del pesimismo nacional, esa dañina idea de que el país no solo no va bien, sino que no puede hacerlo, que el fracaso de este proyecto de nación es inevitable, está condenado.

Y esto se expresa en el tono, en las caras, en las conversaciones casuales, pero también en las encuestas. De nuevo la gente habla con resignación y frustración sobre las perspectivas futuras del país.
El Gobierno nacional anunció a principios de esta semana nuevos recursos para palear la crisis del campo colombiano.

Sin embargo, todos estos esfuerzos parecen haber llegado demasiado tarde; las posibilidades de relección de Santos se sentenciaron hace algunos meses, en una montañosa y problemática zona de la periferia de Colombia.

Sí, Santos no logrará reelegirse, no porque todo lo que haya hecho sea un error, tampoco porque hayan mejores y posibles alternativas, sino porque nos quitó a los colombianos algo que ganamos con enormes dificultades y atesorábamos: la esperanza de que Colombia podía ser un lugar mejor.

jueves, 29 de agosto de 2013

DE CÓMO SANTOS PERDIÓ SU REELECCIÓN - El Colombiano

DE CÓMO SANTOS PERDIÓ SU REELECCIÓN - El Colombiano

Santos perdió su reelección en el Catatumbo, los paros y el descontento social que se esparció a nivel nacional por las protestas no solo golpearán a Colombia, han sentenciado la posibilidad del presidente de lograr otros cuatro años en el poder.

jueves, 22 de agosto de 2013

NEGOCIANDO CON COMITÉ DE APLAUSOS - El Colombiano

NEGOCIANDO CON COMITÉ DE APLAUSOS - El Colombiano

La semana pasada les hice una pregunta bastante difícil a mis alumnos en la Universidad Eafit: "¿Cuáles son las causas del conflicto armado en Colombia?". Reconozco que era una trampa, que no había ninguna respuesta que nos dejara a todos satisfechos. Aun así, la lista de razones que me dieron sumó casi diez, desde las clásicas "causas objetivas de la violencia", hasta la exclusión política, la ausencia estatal o la ineficacia de la justicia.

viernes, 16 de agosto de 2013

La frustración de los condenados (Versión extensa)

Esta es la versión extensa de mi columna del 15 de agosto de 2013 en Catelejo del periódico El Colombiano.

Por Santiago Silva Jaramillo

El crimen no solo florece en la ausencia del Estado, se nutre de ella. El crimen es falta de orden, el fracaso de las autoridades y la sociedad de presentar un frente común y coordinado que sea capaz de vencer a los competidores ilegales del Estado y controlar las rentas ilegales que alimentan su existencia.
Los criminales nacen y se reproducen en la ausencia de orden, en el caos.

Desde hace unas pocas semanas, Medellín vive bajo la “Pax bacrim”, los “urabeños” y la “oficina de Envigado” han pactado para evitar enfrentamientos. Su acuerdo ha implicado una reducción en los homicidios en el Área Metropolitana (según el SISC, en julio de 2013 se presentaron 58 homicidios en Medellín, una reducción del 44,8% respecto al mismo es del año pasado).

Esto, por supuesto, no implica una mejoría en la seguridad de la ciudad, más bien, la repartición del control de rentas ilegales y territorios. Esto es, la institucionalización de hegemonías criminales.

El gobierno local se encuentra entonces en una difícil situación ¿Qué hacer? ¿Romper la tregua? ¿Rechazarla solamente? ¿Acomodarse a la nueva realidad?

Es un problema perverso, una situación en extremo compleja que me ha recordado de una entrevista que en 2010 “O Globo TV” le hizo a alias “Marcola”, un jefe criminal de las favelas de Sao Paulo en Brasil, mientras cumplía su condena en la cárcel.

“Marcola”, cínico e inteligente, lúcido y terrorífico, habla con un agente del caos, como ese Guasón que nos puso los pelos de punta en la película “El Caballero de la Noche” del director Christopher Nolan. Empieza refutando la categorización que le da el entrevistador, “no”, dice, “yo soy más que un criminal, soy una señal de estos tiempos”.

Luego introduce el elemento del miedo, sí, ese motor de la tiranía de los barrios de Medellín. Marcola sostiene que ellos (¡los criminales!) no tienen miedo de morir mientras “nosotros” estamos muertos del pavor. Ellos, por supuesto, no tienen nada que perder, la muerte se ha convertido en una dosis diaria a la que no solo se han acostumbrado, han aprendido a vivir de ella.

Entonces le preguntan por su vida en la cárcel, le insinúan las consecuencias de enfrentarse al Estado. Marcola se ríe, él controla su cárcel, él mantiene su celda como un hotel; el asunto no es de dureza de la pena, ni siquiera de eficacia de los jueces: los millones de dólares del narcotráfico lo pueden todo, incluso una reclusión de cinco estrellas.

Los criminales se adaptan y acomodan con una rapidez que envidiarían las empresas privadas legales. Son enormemente agiles en comparación al lento y burocrático Estado democrático moderno.

“Ustedes tienen la manía del humanista, nosotros somos crueles y despiadados” continúa Marcola. Nos enfrentamos a algo que no entendemos, que tememos y que cambia demasiados rápido, responde a sus propias dinámicas. Por eso no sabemos que hacer con la tregua; por eso no sabremos ni aprovecharla ni enfrentarla, pasará y nos veremos desconcertados y frustrados por su desenlace.


Y es que al final, y como concluye en tono tenebrosamente burlón el mismo Marcola cuando le preguntan por una solución al problema del crimen organizado, responde, citando a Dante: “Perded toda esperanza. Estamos todos en el infierno”.

jueves, 15 de agosto de 2013

LA FRUSTRACIÓN DE LOS CONDENADOS - El Colombiano

LA FRUSTRACIÓN DE LOS CONDENADOS - El Colombiano

Desde hace unas pocas semanas, Medellín vive bajo la "Pax bacrim"; los "urabeños" y la "oficina de Envigado" han establecido un pacto que busca evitar enfrentamientos entre sus miembros. Su acuerdo ha implicado una reducción en los homicidios en el Área Metropolitana. Según el SISC, en julio de 2013 se presentaron 58 homicidios en Medellín, una reducción del 44,8% respecto al mismo mes del año pasado.

jueves, 8 de agosto de 2013

¿Cuántos fusiles vale una curul? (Versión extensa)

Esta es la versión extensa de mi columna, publicada en Catalejo del periódico El Colombiano el pasado 08 de agosto de 2013.

Se tiene paz cuando las gentes honradas son más fuertes que los bandidos

-Charles Maurras

Una de las pocas causas claras del conflicto colombiano se puede rastrear en la desviación de las maneras convencionales de conseguir poder dentro del sistema político y económico local y luego, en la incapacidad del Estado de controlar a los que quisieron volverse fuertes por medio de la violencia.

Tendremos paz cuando nuestros bandidos no sean tan poderosos, cuando no se cambie fusiles y cadáveres por curules en el Congreso y títulos de propiedad de latifundios. El problema no es, de nuevo, que se negocie la desmovilización de las Farc, sino su papel en el futuro político de nuestra trajinada democracia.

Lo importante no es distinguir si lo negociado actualmente logrará que se firme un acuerdo en La Habana sino cuánto durará. Porque el mérito de la paz está en su estabilidad, no en su contundencia inicial.

Actualmente,en La Habana se negocia la “cuota de poder” para desmovilizar los ejércitos privados de las Farc; pero los jefes guerrilleros no son más que señores de la guerra. Los escaños que buscan conseguir les garantizan el poder político suficiente para proteger los beneficios recibidos durante la desmovilización y robados durante décadas de guerra, por eso su insistencia en crear algo similar a feudos políticos (como los de cualquier gamonal tradicional).

Ellos han luchado en contra de lo que consideraban una élite no porque les pareciera injusta, sino porque querían hacer parte de ella; esa es la triste realidad de nuestros bandidos y revolucionarios, guerrilleros y terroristas: lo que siempre los ha movido es la envidia del privilegio ajeno, el deseo profundo de hacer parte de él, no de cambiarlo.

Por eso acumulan fortunas y por eso tienen y protegen testaferros, por eso robaron tierras  y se terminaron convirtiendo en los terratenientes que supuestamente combatían, porque en el fondo lo que siempre han querido es esa curul en el Congreso, esa hacienda de miles de hectáreas, ese respeto indigno que da tener un carro blindado y una escolta. Que sus peones les dijeran patrón, doctor o comandante.

La más sincera muestra de admiración es el plagio y por eso los jefes guerrilleros no han repartido sus tierras y dinero entre los campesinos, ni siquiera entre sus hombres. Acumulan todo, se lo robaron para ellos, porque siempre quisieron convertirse en parte de la oligarquía que decían odiar y a la que supuestamente pretendían derrocar. Ahora buscan legalizar ese despojo: graduarse de bandidos a congresistas, pasar de chusma a hacendados.


Y ese es el problema: que hemos tenido malos políticos, pero peores bandidos. Aunque en ocasiones, pueda ser difícil diferenciarlos.

miércoles, 7 de agosto de 2013

CUÁNTOS FUSILES VALE UNA CURUL - El Colombiano


Se tiene paz cuando las gentes honradas son más fuertes que los bandidos. 
-Charles Maurras. 
Una de las pocas causas claras del conflicto colombiano se puede rastrear en la desviación de las maneras convencionales de conseguir poder dentro del sistema político y económico local y luego, en la incapacidad del Estado de controlar a los que quisieron volverse fuertes por medio de la violencia.

jueves, 1 de agosto de 2013

LOS MÉRITOS DE LA ESPERANZA - El Colombiano

LOS MÉRITOS DE LA ESPERANZA - El Colombiano

La semana pasada, recibí muchos mensajes sobre mi columna, "Tragedia colombiana" (El Colombiano: 25/07/2013). Me acusaban de ser pesimista y tomar la cómoda posición de criticar desde el púlpito de los medios. Tenían razón, la columna parecía condenar al fracaso los esfuerzos de todo un país.