Por Santiago Silva Jaramillo
La semana pasada, el director de
Teleantioquia Noticias, Juan Pablo Barrientos, presentó su renuncia
a este espacio informativo; los detalles de su decisión han probado ser una
verdadera serie de historias incómodas y preocupante
sobre los medios y la política local. Estas son algunas lecciones que podemos
sacar de todo este episodio.
La primera lección es que los
canales públicos locales son un botín político demasiado tentador para nuestra
clase política; mejor dicho, que dada la posibilidad de tener todo un entramado
de medios detrás de un proyecto político, los canales regionales son plazas de
sumo interés para diputados, concejales, alcaldes y gobernadores. La lucha por
ganar estos espacios puede tornarse particularmente sucia.
En segundo lugar, aunque me
consta el juicio y la seriedad del señor Barrientos, nunca fue una buena
decisión que le dieran la dirección del noticiero local a un ex candidato al
concejo de Medellín por el partido del entonces recién electo gobernador.
Estaban politizando un sector de la opinión que no necesitaba más rencillas y
choque de intereses; alguien sin ninguna afiliación política clara –y en el
periodismo abundan estas personas- hubiera sido una mejor opción.
Sin embargo, el famoso “trabajo
independiente” de los medios está sobre valorado, particularmente porque es más
honesto ser un parcializado
manifiesto que uno hipócrita. La neutralidad, sobre todo la que se sostiene
a gritos, normalmente es mentirosa; pero el asunto es que, aunque no hay nada
de malo en que los medios tengan apuestas editoriales, un mensaje sin
competencia en el orden local como el noticiero de Teleantioquia resulta muy
inconveniente.
Ahora bien, son muy preocupantes
las denuncias de persecuciones, seguimientos y murmuraciones de amenazas en
contra de miembros de los medios de comunicación. Nunca podemos olvidar que a
la libertad de prensa no solo la coartan la censura o el patronazgo político,
también –y sobre todo en nuestro país- la violencia y la amenaza. El asunto de
la grabación
también es muy perturbador ¿por qué andan algunos diputados del departamento
escuchando a escondidas consejos de redacción del noticiero local? Incluso si
no fuera ilegal –que lo es- constituye un inaceptable acto intimidatorio contra
la prensa libre.
Pero al final, todas estas
lecciones resultan casi accesorias al problema más complejo y de fondo que nos
mostró todo este vergonzoso episodio: que nuestra clase política sigue siendo
un vivo reflejo de los peores vicios y errores de nuestra sociedad. Y que a
falta de control por parte de nosotros como ciudadanos, seguimos siendo silenciosos
cómplices de todos sus atropellos.
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