viernes, 1 de marzo de 2013

El poder del miedo (Versión extensa)

(Esta es la versión extensa de mi columna publicada en El Colombiano el 28 de febrero de 2013).


Por Santiago Silva Jaramillo

No puede ser que miles de personas vivan sitiadas por el crimen en Medellín; que el derecho más básico de moverse, pero más importante de tomar decisiones sin temer consecuencias arbitrarias, sea violentado con impunidad es inaceptable.

En días pasados, dos niños fueron asesinados en la Comuna 13 con una saña y crueldad digna de sicópatas. Y en Robledo, una amenaza que fue luego desestimada como falsa por las autoridades, obligó al cierre de colegios y negocios. Los días han pasado acumulando nuevos casos de la violencia incesante que azota a la ciudad.

El asesinato de dos niños en la parta alta de la Comuna 13 la semana pasado nos mostró la degradación a la que pueden llegar estas prácticas intimidatorias. En efecto, el hecho se puede entender como una demostración de poder, un mensaje macabro para la población de la zona, las familias de las víctimas e incluso la ciudad en general: “miren lo que podemos hacer”.

Es una lógica que nos aterra, pero innegablemente poderosa. La idea de que por medio de la barbarie se puede dominar a otros seres humanos, de que el miedo es uno de los principales motores de la conducta humana; de que a punta de violencia se ejerce la tiranía sobre otros hombres.

Luego de estos terribles hechos, el alcalde Aníbal Gaviria anunció la creación de una “Consejería por la vida, la reconciliación y la convivencia”, lo que parece un ejercicio puramente administrativo, pero increíblemente innecesario en términos prácticos.

Las fronteras invisibles no son un asunto de convivencia; no se pueden explicar desde la intolerancia o la resolución violenta de conflictos cotidianos, sino desde el control territorial violento por parte de estructuras delincuenciales que defienden sus negocios ilegales.

Si, dejémonos de eufemismos, nos enfrentamos a criminales, que ganan su poder de su fuerza y capacidad para producir miedo en la población.

El pasado martes 26 se anunció la renuncia del Secretario de Seguridad de la ciudad, Eduardo Rojas León. Casualmente, el día después de que Gallup presentara su encuesta sobre la popularidad de personalidades nacionales, en la que el alcalde Aníbal Gaviria perdió 18 puntos de aprobación, consecuencia probablemente de la controversia por la actualización del predial y su manejo de la situación de seguridad de la ciudad. Lo significativo, y también frustrante del asunto, es que pareciera que las encuestas tienen un mayor impacto en el cambio de las políticas y la permanencia de los funcionarios que los mismos problemas o las exigencias ciudadanas.

En efecto, para poder contener y recuperar el control sobre estas zonas en la frontera de la legalidad, la respuesta estatal debe ser precisamente esa: ejercer su control legal sobre toda la ciudad y proteger a su población de la violencia y la tiranía de estos bandidos.

Y si quieren mejorar el record de denuncias ciudadanas, como sostiene todo quién se involucra en el asunto de seguridad de la ciudad, deberán combatir primero la silenciosa tiranía del miedo a la que, en muchos lugares de Medellín, los criminales tienen sometidos a sus habitantes.

@santiagosilvaj

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