viernes, 11 de enero de 2013

En tierra desconocida (Versión extensa)


(Esta es la versión extensa de mi columna publicada en el periódico El Colombiano el 10 de enero de 2012, incluye enlaces y el desarrollo de algunas ideas insinuadas en el texto original).

En tierra desconocida (Versión extensa)

Por Santiago Silva Jaramillo

A fin de año, tuve la oportunidad de pasar las vacaciones en España. Entre muchas otras cosas, el viaje me dio una oportunidad excepcional de conocer a varios colombianos residentes en ese país; compartir algunas de sus experiencias como inmigrantes y sus perspectivas bajo la sombra de la crisis europea.

Me resultó particularmente interesante la manera en que estar lejos del hogar hace que las personas busquen mantener fuertes lazos de comunidad con quienes lo rodean. En efecto, el impulso por construir espacios de relacionamiento entro los migrantes colombianos es muy fuerte. Ese sentido de comunidad es lo que muchos de ellos más buscan cuando llegan a ese país de vientos fríos, caras enjutas y ceños fruncidos.

De igual manera, fue una reconfortante experiencia encontrarme con la preocupación de los migrantes por aprovechar su oportunidad fuera de nuestro país. En efecto, la población inmigrante es por naturaleza emprendedora y socialmente activa. Este espíritu migratorio se nutre tanto de las dificultades propias de llegar a un lugar nuevo, como del impulso de mejorar su situación y la de su familia que los llevó a emigrar en el primer lugar.

En ningún momento fue tan claro el momento difícil que atraviesa España que cuando en ocasiones desprecia a aquellos que podrían ser su mejor esperanza. De hecho, el dinamismo, el compromiso y la determinación por encontrar un mejor futuro que define a muchos inmigrantes puede ser justo lo que el país necesita para superar la crisis, originada en la embriaguez de una falsa abundancia.

Entre otras cosas, porque no hay mejor agente que un inmigrante para reconocer una prosperidad real de una ficticia. Y eso es algo que los españoles, aunque en ocasiones lo hagan, no deberían olvidar.

Finalmente, reflexionando respecto a estos inmigrantes colombianos, tengo que reconocer que es una verdadera lástima que nuestro país, por injusto o torpe, porque no quiso o no pudo, ha perdido a cientos de miles de personas como las que conocí en Madrid; colombianos llenos de sueños y rebosantes de ganas; hombres y mujeres cuyo compromiso con los suyos los llevó incluso a dejar todo lo que amaban atrás por buscarles un mejor futuro en tierra desconocida.

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